El Gaby Rivadavia… un pelotari Amateur

La pelota tiene lo suyo y no estoy hablando del juego en sí, ser pelotari implica un montón de cosas, pero ojo que hablo del pelotari amateur y no de las bestias que ganan los mejores torneos. Esos monstruos viven el deporte de otra forma, su vida de otra forma. Entrenan, comen bien, no fuman, no toman… o al menos, no, como los pelotaris de los que yo estoy hablando. Van a las canchas a jugar, muchísimas veces sólo a jugar. Apurados seguramente por ir a comer bien, o seguir entrenando de alguna otra forma o simplemente a descansar para estar diez puntos al día siguiente.
Pero el pelotari de club, el chambón, abre completamente el abanico, agarra todo todo de la pelota. Y cuando digo todo es todo, porque hace todo lo del profesional, claro que no con tanta responsabilidad… va y viene con lo bueno, entrena alguna vez, se cuida con las comidas por algún período no muy prolongado para luego descuidarse por uno mucho más prolongado. Tiene las zapatillas de los mejores, la remera de todos los top y por supuesto que usa la mismísima paleta que los de punta… pero a esto le agrega el resto.
El chambón habla de paleta continuamente, habla hasta con los que no le importa. Es como si se le escapara la palabra "paleta". Y cuando quiere acordar le cuenta, y le explica lo que le contó, a cualquiera. Porque si hay algo que tenemos los pelotaris, es que somos buenos explicadores del juego a los que lo desconocen… creo que es por la práctica.
Esto sí que no lo ví en otro deporte. He jugado a muchos otros y no pasa, al menos como a nosotros. Mientras te atas los cordones de los botines hablas de cualquier boludez, casi nunca de futbol. Hablas de laburo, de la familia, de guita, de lo gordo que estamos, de minas… de paleta… pero no de futbol.
El pelotari no. El pelotari chambón habla de paleta. No le sale otra cosa. Y ojo que los hay muy distinguidos, pero el tipo llega a la cancha y habla, juega y vive la paleta.
Y no es que las palabras mina, guita, laburo, panza no se mencionen en un vestuario o en una cancha, no no, nada de eso. Se mencionan, pero para hablar de paleta.
_ ¿Con esa panza me pensas ganar?
_ ¡¡¡Viejo!!! ¡¡¡está seco éste!!!
_ Listo, se le fue la mina a la mierda, con éste no le ganamos a nadie.
"Vivir la paleta" abarca mucho. Contar partidos, contar resultados, armar el mango, armar partidos, planear viajes… a ver partidos, ver partidos y jugar por supuesto. El pelotari es protagonista de la pelota. Si es organizador, es terrible. Organiza de todo. Torneos, parejas, refacciones, cenas… muchas cenas.
En contadas situaciones el grupo amateur intenta organizar otras cosas, de esas que nada tienen que ver con la paleta. Pero no salen o lo que es peor, salen para la mierda.
Así que, sobre todo en esos confines, nos limitamos a vivir la paleta.
Y todo esto se potencia si sos nuevo. No hablo de la edad, hablo de ser un nuevito en este mundo. Y es que se junta el nuevo y su curiosidad con toda la maza pelotari que no para de contar, explicar y vivir la paleta. Ahí mismo, haciéndolo parte. Rodeándolo para aconsejar, para contarle todas las bondades y por supuesto nombrarle uno a uno los monstruos de la "paleta". Es como si le Presentáramos a los dioses de su nueva religión. Ya está, ya está bautizado. Porque el pelotari es bravo con el nuevo, pero sólo para jugar partidos. Para todo el resto son carne y uña.
Y de esto les quería contar, de un amigo, el Gaby Rivadavia. Un pelotari amateur, de esos que lo son desde hace poco.
El "Gaby" agarró con todo y a toda velocidad.
Por un amigo, en realidad por varios amigos, conoció el deporte le gustó y enseguida probó el resto con lo que quedó muchísimo más encantado.
Enseguida habló de paleta, enseguida lució remeras de los monstruos, rápidamente se sumo a las cenas, acompañó viajes de paleta, organizó viajes de paleta y, mientras tanto, iba agarrando juego.
Muy rápido lo convencieron de que ya estaba para salir a jugar y, la verdad, lo estaba.
En la primer salida a batallar fue bautizado como el "Gaby Rivadavia", porque ese no es su nombre real. Por supuesto que es como lo conocen en la mayoría de los trinquetes de la zona pero la verdad es que "Gaby" le cayó por ser un eximio delantero tal como el campeonísimo puntano, su primer ídolo, del primero que hablo por horas, la garra del "Beto", su entrega y sus golpes fueron su primer amor en la paleta. Y, Rivadavia, tampoco es su apellido. Ese mote no es tan grato. Pero bueno, el mismo amigo que a los gritos festejaba sus tantos con un ensordecedor "Grande Gaby!!!…", llegando a la definición del primer partido lo notó pálido, los nervios y la presión de los puntos empezaron a hacerse notar en el cuerpo, el sudor frio… la tensión se palpaba y "El Gaby" se puso blanco, blanco como un papel… como un papel Rivadavia y, en ese mismo instante, lo bautizó con apellido y todo. El "Gaby Rivadavia".
El apodo le encantó, si bien no estaba muy de acuerdo con su nuevo apellido era una cosa de amigos. Nadie, de los del resto de jugadores y público, sabían nada de esto. De ahí en más y, por el resto del día, sería para todos el Gaby Rivadavia.
El torneo terminó, el resultado no fue el mejor, pero la amargura en el pelotari amateur suele durar muy poco y para el Gaby Rivadavia esto no era una excepción. Al rato la comitiva estaba dispuesta a vivir el resto.
_ Bueno, ¿dónde vamos a cenar?
_ Mejor nos vamos acercando y paramos en algún lugar en la ruta.
Y Así lo hicieron.
Bien cerquita, pararon a comer… bien cerquita de donde salieron. Y es que a unos minutos de la cancha encontraron tremenda tertulia, llena, totalmente llena.
Se bajaron, tantearon si podían comer algo y, como sí podían, ya se instalaron en una mesa que, a pesar de molestar bastante, les armaron en un pasillo.
El lugar, hermoso. Club de barrio, menú exclusivo, mucho vino y un gran escenario derechito a la mesa del "Gaby" y sus amigos pelotaris.
Larga y distendida charla de paleta mientras esperaban la comida y, sobre el escenario, un cantor criollo amenizaba la velada.
Cenaron muy bien, tomaron mejor todavía, salieron a tomar fresco y ahí mismo, fumando un pucho, el cantor les salió al cruce.
_¿Cómo andan muchachos? dijo el hombre.
El Gaby conversaba y seguía conversando, de paleta por supuesto, con dos de sus compañeros de tertulia así que otro de los muchachos, el "apodador", devolvió el saludo y ya nomás se dirigió al artista para charlar.
Resulta que el cantor era de lo más conocido en la zona, un monstruo de la canción que en ese instante estaba en un impase, tomando algo de "aire" para poder continuar con su show.
La charla quiso ir por los ramales de la pelota, "venimos de jugar un  torneo de paleta…" y esas cosas,  pero el artista pudo volcarla enseguida hacia la música, su talento, sus éxitos, sus seguidores, su no concurrencia por decisión propia a la TV y los grandes festivales. El terreno se ponía un poco hostil para el amigo del "Gaby", que para retrucar al cantor y recuperar la iniciativa de la charla, soltó, con toda seguridad y cierto grado de orgullo, que uno de sus amigos cantaba mejor que Gardel.
_Que bien che, ¿cuál? preguntó el criollo.
_Aquel… el "Gaby Rivadavia".
El nombre lo conmovió al tipo, se notó. Y es que "Gaby Rivadavia" suena bien… o no? Le va diez puntos a un tremendo jugador de pelota como a un cantor de raza.
Y fue así porque, en minutos, aquel hombre se acercó al Gaby para intercambiar conocimientos ya dejando de lado al resto.
El Gaby no se achicó, el solo hecho de decirle "Gaby" lo agrandaba sobremanera.
Ahí estuvieron un rato largo. Meta charla, risas y hasta un abrazo para darle fin a la conversación.
Ya en la mesa, la risa no paró.
_¿¿Y?? ¿qué le dijiste? ¿te consiguió alguna presentación? jeje, preguntó uno de la barra
_Es un monstruo este tipo… un grande. Contestó el "Gaby" sin decir demasiado.
Los muchachos, ya de sobremesa, siguieron repasando la tarde mientras el cantor retomaba el show.

Finalizando el tercer tema de su segundo acto, el criollo pidió silencio.

_Voy a invitar al escenario, para que me acompañe un temita, a un cantor de la zona con una voz prodigiosa. Les pido un aplauso para recibir aaaal "Gaaaaby Ri va da via".
Y, el pelotari amateur, es muy parecido a otro en un montón de cosas aunque los hay muy variados. Por supuesto que los hay cantores, y muy buenos. Pero si hay algo, que el "Gaby" NO era, era ser cantor. Pero el chambón no reconoce, ni a palos, la superioridad de la situación ni del rival. Es capaz de intentar una dos paredes de zurda, y de sobre pique, en el mismo momento que, con la derecha, se cubre la cabeza para protegerse de semejante palo.
Y el "Gaby" hoy estaba viviendo la pelota. Puede que se empalidezca, pero encara y encara.
En segundos recorrió el pasillo para subir al escenario. Una gran ovación lo acompañaba.
_¿Y Gaby? ¿qué querés cantar?
Terco, encarador y con voz bien firme al segundo micrófono que ya le correspondía, le contestó: _lo que vos quieras HERMANO.
_No, dale Gaby elegite un tema. Apuró el dueño del escenario.
Y ahí nomas, el "Gaby", redobló la apuesta: _ ¿Que quieren escuchar? gritó al micrófono dirigiéndose al público.
Laaaaa… si el Gaby no sabía cantar ni el himno. Que le pasa? hasta donde la va a seguir?
El griterío del público pidiendo temas lo ayudó. El Gaby aprovechó, se hizo el que no entendía y se acercó al artista, le habló al oído y algo pactaron porque la música arrancó. El arreglo se notaba, los dos micrófonos ya eran uno… y no lo tenía "el Gaby"… creo que fue peor, tal vez "al volante" hubiera podido elegir por donde transitar. Se vino la letra. El cantor arrancó sólo y cada vez que intentó pasárselo para que se luzca "el Gaby", sólo se sintió silencio. Parecía que hasta la música se bajaba para escucharlo. Lo intentó dos veces y una vez más en el bis del estribillo. Pero tampoco. Sólo una leve mueca de sonrisa y un meneíto de cabeza, como un bailecito para acompañar.
Otra derrota en la jornada para "el Gaby".
Como saliendo del trinquete con el tanteador desfavorable, "el Gaby" bajó del escenario… esta vez sin abrazo. Llegó a la mesa donde lo esperaban los muchachos, entre risas nerviosas, contenidas y alguno que se escapaba para largar la carcajada en la vereda.
La gente no lo silbó, no lo insultó, ni nada de eso. Sólo caras de desazón. Y es que el nombre es tan fuerte que sentían que se lo habían perdido. Que no habían podido disfrutar de su canto por alguna causa o circunstancia de fuerza mayor.

… Tal como les había pasado a los rivales aquella misma tarde en el trinquete… ese pibe, "el Gaby Rivadavia", simplemente no les había mostrado todo lo que sabía.